Y un día todo comenzó.
Esta no es una historia de amor. Para nada. Es simplemente una historia que perdura en la historia, una leyenda urbana que permanece como tal.
Eran oficialmente los primeros homínidos en el planeta Tierra. El y ella. Ninguno recuerda bien por qué, pero él fue quien lo hizo. A partir de ese momento, se convirtió en una rutina pesada pero inevitable. Era constante, primero él, luego ella, repetía él, lo seguía ella. Quién puede vivir así?
Eran oficialmente los primeros homínidos en el planeta Tierra. Eso pensaban, hasta que un día la gracia se hizo presente y, dando las gracias, ellos se encontraron con los otros.
Aquellos no estaban tan contentos. No porque les cayeran mal, eran una pareja adorable y muy buena gente, pero quién quiere tener cerca al que trae la rutina antes desconocida?
Así pasó otra eternidad. Al principio ellos estaban aliviados porque habían podido repartir su constante hacer, pero con el paso del tiempo volvió la pesadez. Justo a tiempo, se unieron otros más a los otros. Ya estaban "los otros" y "los otros "los otros"". Y ellos, que habían traído al mundo esa acción tan básica, tan contagiosa y tan inevitable.
Una nueva era pasó, ya sin ellos, pero con los hijos de sus hijos, los nietos de los otros y los bisnietos de los otros los otros. Y se fueron sumando más. Nuevos otros, los llamaron. Luego dejaron de identificarse así porque la confusión los incomodaba a la hora de presentarse.
Inventaron nombres a partir de sonidos, apellidos a partir de lugares.
Inventaron actividades para distraerse, cosas nuevas en las que interesarse.
Inventaron historias para enseñar, dioses para pedir y temer.
Inventaron máquinas para transportarse, inventos para inventar más.
Dicen los que saben, que todo esto es un invento.
Pero así y todo, cada vez que a alguien se le pregunta si tiene sueño, si está cansado, no se está haciendo otra cosa que errar. La causa de esa pregunta no es más que un reflejo contagioso que desde hace millones de años da la vuelta al mundo en distintas direcciones.
Hoy todavía, y en cualquier momento puede llegarte, anda dando vueltas el mismo que él emitió al principio de todo. Contagioso, escandaloso, inevitable.
Un bostezo que todavía dura. Y así seguirá por los siglos de los siglos. Amén.
Esta no es una historia de amor. Para nada. Es simplemente una historia que perdura en la historia, una leyenda urbana que permanece como tal.
Eran oficialmente los primeros homínidos en el planeta Tierra. El y ella. Ninguno recuerda bien por qué, pero él fue quien lo hizo. A partir de ese momento, se convirtió en una rutina pesada pero inevitable. Era constante, primero él, luego ella, repetía él, lo seguía ella. Quién puede vivir así?
Eran oficialmente los primeros homínidos en el planeta Tierra. Eso pensaban, hasta que un día la gracia se hizo presente y, dando las gracias, ellos se encontraron con los otros.
Aquellos no estaban tan contentos. No porque les cayeran mal, eran una pareja adorable y muy buena gente, pero quién quiere tener cerca al que trae la rutina antes desconocida?
Así pasó otra eternidad. Al principio ellos estaban aliviados porque habían podido repartir su constante hacer, pero con el paso del tiempo volvió la pesadez. Justo a tiempo, se unieron otros más a los otros. Ya estaban "los otros" y "los otros "los otros"". Y ellos, que habían traído al mundo esa acción tan básica, tan contagiosa y tan inevitable.
Una nueva era pasó, ya sin ellos, pero con los hijos de sus hijos, los nietos de los otros y los bisnietos de los otros los otros. Y se fueron sumando más. Nuevos otros, los llamaron. Luego dejaron de identificarse así porque la confusión los incomodaba a la hora de presentarse.
Inventaron nombres a partir de sonidos, apellidos a partir de lugares.
Inventaron actividades para distraerse, cosas nuevas en las que interesarse.
Inventaron historias para enseñar, dioses para pedir y temer.
Inventaron máquinas para transportarse, inventos para inventar más.
Dicen los que saben, que todo esto es un invento.
Pero así y todo, cada vez que a alguien se le pregunta si tiene sueño, si está cansado, no se está haciendo otra cosa que errar. La causa de esa pregunta no es más que un reflejo contagioso que desde hace millones de años da la vuelta al mundo en distintas direcciones.
Hoy todavía, y en cualquier momento puede llegarte, anda dando vueltas el mismo que él emitió al principio de todo. Contagioso, escandaloso, inevitable.
Un bostezo que todavía dura. Y así seguirá por los siglos de los siglos. Amén.
Jajajajajajaj tengo una mente reeeeee mal pensada!! Gracias por recordarmelo jajajajajaja
ResponderEliminarGuada, no me quiero imaginar que te imaginaste. Pero tiranos una pista jajaja
ResponderEliminarinvención propia?
ResponderEliminarAjá. Gustó?
ResponderEliminarMuy bueno!
ResponderEliminarMe gustó mucho! me mareó un pcoo, pero quizás es la altura!
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