Les voy a contar una historia. Sepan disculpar la inexactitud de los datos, pero a medida que fue pasando el tiempo se convirtió en leyenda y el boca a boca, la transmisión de padres a hijos, la emoción de los narradores, hizo que sólo la esencia se mantenga intacta. Lo demás sirve de decoración, pero este ¿cuento? retiene indudablemente su fuerza. No hay nombres en esta historia, sólo personajes anónimos. Ciertas características se conocen, pero son difusos los adjetivos en mi mente. Algunos dicen que eran siete guerreros, otros, que eran once, como un equipo oficial. Hay quien se anima a afirmar que eran veintitrés hombres, una selección de Copa Mundial completa. Tengo mis razones para creer que la versión más cercana a la realidad es la primera. Siete valientes dispuestos a pelear en tierras lejanas contra quien se pusiera delante. Otra vez llego a un dato poco firme. Trescientos, tres mil, siete mil. Como sé que sucedió en territorios de la Nación Quechua, situémonos a 3000 metros
Bienvenidos al laberinto de mi cabeza. Para el primero que encuentre la salida, un chocolatín.