Luego de la dulce lambida sobre mi ser del té de tilo con Johnnie Walker pretendo extenderme, explayarme. O no, simplemente agregar más letras en forma de palabras. Fue cuando planteé esta infantil teoría de la especie-bomba-de-tiempo que la compartí con mi amigo Fede, a quien considero mucho más inteligente y estudiado que yo en el tema. Me devolvió un camión lleno de explosivos con mechas recién prendidas. Gracias que me dejó mechas. La cuestión es que su primera, por cierto breve, pero intensa respuesta fue "Eso es bíblico" (es la segunda vez que me lo hace, el guacho; otro día comentaré la primera ocasión). Dios viene en forma de hombre a la tierra a salvar a sus hijos del pecado original por medio del sacrificio, dando su vida. La hago más fácil. La naturaleza nos pone a sus nuevos hijos para salvar a su verdadera hija, la Tierra, de una muerte segura. El pecado original no es nuestro, es de nuestros creadores. Relájense, por favor.
Bienvenidos al laberinto de mi cabeza. Para el primero que encuentre la salida, un chocolatín.