Está esa manía de pasar todo por la fe. Pero no cualquier fe, es una que se aboca únicamente a una arista pseudoespiritual, totalmente comercial. ¡Que hay una industria, carajo! No es muy difícil de ver, pero la única manera es salir del cerco y mirarlo todo de afuera. Hay fotos que se disfrutan desde el detalle, pero hay otras que van a dar todo desde su forma. A esas, cuando uno las ve de lejos o en un tamaño un poco más pequeño del habitual, se las puede apreciar como son. Si se intenta recorrer un valle y decidir sin mapa para qué lado salir al lago que supuestamente está a mano, la desorientación, estando dentro del paisaje, tiene mayores probabilidades que pegarle a qué sueño salió a la cabeza en la quiniela esta mañana. Es eso, un mapa desde afuera, una brújula desde dentro. Pero esa rosa de los vientos es negada en la Fe, esa que va con mayúscula inicial porque lo dice la Real Academia, esa que está vedada, y son los que se atreven a hacer uso de su cercenado libre albedrío
Bienvenidos al laberinto de mi cabeza. Para el primero que encuentre la salida, un chocolatín.