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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Chullachaqui

Yo ya no soy yo, pensaba hace un rato sumido en angustia, pena por mí mismo. "Pobre flaco". Tenía miedo de, tan temprano, haberme convertido en un chullachaqui. Un chullachaqui es una imagen vacía de uno mismo, como una foto o una estatua; a la larga, una persona también. Cumplo 32 años la semana que viene, no puede ser que ya lo sea. Pensé eso en medio de unas ganas de llorar que nunca se concretan, como ya pasó varias veces en el último tiempo. Ni siquiera puedo esbozar lágrimas. La parte que intenta sobrevivir busca soluciones, después de gritarle a Feli, la gata, mi gata, la que me acompaña todos los días, porque la veo rara y me maúlla todo el tiempo. Le grito que ya tiene comida, que qué quiere. Me presiono las sienes, intento destrabar la mandíbula que acusa bruxismo. El poder a los soviets y la tensión a las cervicales. Los primeros días fueron de paz y armonía, pero me doy cuenta que hace por lo menos una semana estoy en un lugar ajeno, estoy despojado de un hogar