Años. Literalmente años intentando no ser una pieza más. No es tanto diferenciarse, si no hacer sentir la diferencia, algo que existe y es distinto en uno. En cada uno. Así y todo, la única forma de estar fuera del sistema es estar fuera de sí, de mí. Son los locos quienes gozan de la impunidad del infante que pregunta por qué esa señora es tan fea, al punto de confundir cuál es la persona y cuál el pekinés meón. La locura sería la solución. No es negocio.
Bienvenidos al laberinto de mi cabeza. Para el primero que encuentre la salida, un chocolatín.