25-08-10
Después de 22hs de viaje llegamos a San Salvador de Jujuy. Bajamos del micro, buscamos dónde vendían pasajes a Purmamarca, pero como estaban todos cerrados (o por lo menos no había gente en las oficinitas) fuimos a comer sendos sánguches (seh, sandwich es muy gringo) de milanesa completos. Eran aquellos de los que sospecho, tras la desaparición del cachorrito del micro.
Finalmente compramos los pasajes, hicimos tiempo jugando a las cartas y partimos rumbo a nuestro primer destino. Un rato después llegábamos a mi lugar en Jujuy: Purmamarca!
Nos recibió con cielo gris y vientito, pero la magia de Purma no depende del tiempo.
Conseguimos habitación a $20 c/u con baño compartido, donde el dueño confesó (y exageró, para mí) que en verano llegó a ofrecerla una vez a $100. Si me decía $70 le creía.
Fuimos a dar una vueltita, ya oscureciendo, y después a comer a lo de nuestro nuevo amigo en un barcito al pie del mirador. Después de la cena dimos otra vuelta y nos encontramos con que en la puerta de la capilla estaba tocando un grupo de chicos con sikus, tarcas, anatas, quenas y bombos. Nos enteramos que era porque agosto es el mes de la Pachamama y estos chicos van todos los días.
Cuando volvíamos para la habitación había más estrellas de las que alguien pueda contar. No hay con qué darle, el cielo norteño es el más lindo del país!
Después de 22hs de viaje llegamos a San Salvador de Jujuy. Bajamos del micro, buscamos dónde vendían pasajes a Purmamarca, pero como estaban todos cerrados (o por lo menos no había gente en las oficinitas) fuimos a comer sendos sánguches (seh, sandwich es muy gringo) de milanesa completos. Eran aquellos de los que sospecho, tras la desaparición del cachorrito del micro.
Finalmente compramos los pasajes, hicimos tiempo jugando a las cartas y partimos rumbo a nuestro primer destino. Un rato después llegábamos a mi lugar en Jujuy: Purmamarca!
Nos recibió con cielo gris y vientito, pero la magia de Purma no depende del tiempo.
Conseguimos habitación a $20 c/u con baño compartido, donde el dueño confesó (y exageró, para mí) que en verano llegó a ofrecerla una vez a $100. Si me decía $70 le creía.
Fuimos a dar una vueltita, ya oscureciendo, y después a comer a lo de nuestro nuevo amigo en un barcito al pie del mirador. Después de la cena dimos otra vuelta y nos encontramos con que en la puerta de la capilla estaba tocando un grupo de chicos con sikus, tarcas, anatas, quenas y bombos. Nos enteramos que era porque agosto es el mes de la Pachamama y estos chicos van todos los días.
Cuando volvíamos para la habitación había más estrellas de las que alguien pueda contar. No hay con qué darle, el cielo norteño es el más lindo del país!
¿Por eso dice la canción que "las calles de Buenos Aires no tienen estrellas"?
ResponderEliminarUno de mis cuelgues preferidos es (o era) simplemente tirarme a mirar las estrellas en el campo bien lejos de las luces.
Hugo, que no quede en "era". Pasalo a presente!
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