Se puede coger sin la pija en la mano.
Más allá de que Annie Clark es una zarpada, en este video me encontré con una escena musicalmente pornográfica. Ella empieza su canción sola, acompañada únicamente por las notas de las melodías que alguna vez sintió, hasta que este violinista que no conozco se mete, invade su música con su música.
Al principio, una sonrisa nomás, crece con el pulso. Hasta que se quiebra el tempo, la intimidad invadida por una nueva que es de a dos, que en realidad es de a sesenta con los espectadores. Pero todos ellos otros no importan en realidad, son los que vibran cuerdas y medio locos los que merecen atención. Y ella lo mira de reojo, y él contesta con una mirada de complicidad.
Es encantador el momento en que dos músicos se entienden por encima de cualquier convención civilizada.
Me hizo acordar a la primera vez que ví este otro video de Mollo con Aristimuño. El artista consagrado e idolatrado se encuentra con un entonces joven talentoso que seguramente lo admiró desde chico. En este mitín se invierte el orden habitual de enseñanza para que el posible alumno le muestre a su profesor todo lo mucho que hay aún.
Cogieron, y Mollo lo disfrutó al punto de pedir disculpas por mostrar tanto placer escuchando armonías que nunca imaginó.
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